De la mano de Petrobras y del presal, un tesoro de oro negro escondido en las profundidades del Atlántico Sur, Brasil celebra por estos días haber alcanzado la producción de 5 millones de barriles de petróleo y gas natural diarios. Un logro que lo compatibiliza con el cuidado ambiental y el derecho social de un acceso equitativo a la energía.
Por Jorge Poblette
Sin dudas que este histórico logro no estaba ni en las proyecciones más optimistas cuando en setiembre del 2008 se logró extraer el primer barril de petróleo del presal de donde hoy se obtiene casi el 80% del hidrocarburo brasilero.
Del total de petróleo producido en Brasil en julio del 2025, el 98% vino de explotaciones off shore y particularmente del presal, una formación geológica que está bajo el Océano Atlántico, más precisamente en el cuenco geológico que se produjo con la separación de Sudamérica y África hace unos 100 millones de años. Este verdadero oro negro se encuentra oculto a unos 7.000 metros bajo el océano. Llegar a él requiere atravesar primero una columna de agua de dos kilómetros, luego dos mil metros de roca sedimentaria marina y finalmente el manto de dos mil metros de sal que la cubren. Hacerlo exige voluntad política y una estructura empresarial, científica y técnica capaz de superar este desafío. Brasil lo ha conseguido con creces.
Esta enorme mancha submarina, que contiene uno de los petróleos de mejor calidad del mercado, se extiende por unos 800 kilómetros a lo largo de la costa brasileña, y está ubicado a unos 300 kilómetros frente a los estados de Sao Pablo y Rio de Janeiro, pasando por tres zonas claves del litoral marítimo brasilero como son las cuencas sedimentarias de Santos, Campos y la del Espíritu Santo que aún está bajo estudio.
Petrobras es la compañía líder de petróleo y gas controlada por el Estado brasilero con amplias reservas en distintas cuencas y bloques del país. Domina el sector de la exploración y producción de petróleo y gas, en especial en los 150.000 kilómetros cuadrados del presal como Campo Tupi, Campo Buzios, Campo Sapinohá, Campo Mero, Roncador Tortaruga y Verde. Si bien mantiene alianzas con otras petroleras, como Shell, Petronas, TotalEnergies, Exxon Mobil Corporation, Royal Dutch Shell Plc y Total S.A., el gobierno brasilero, a través de Petrobras, mantiene siempre una posición accionaria mayoritaria en cada uno de los proyectos de los que participa. Además del mercado brasilero, Petrobras mantiene inversiones en los cuatro continentes y en más de 30 países del mundo.
Los extraordinarios avances tecnológicos, en especial en espacios marinos ultra profundos, es un dato a destacar ya que estas nuevas tecnologías permiten una alta productividad con un bajo riesgo ambiental. Ejemplo de este cuidado ambiental es justamente el petróleo del presal que emite hasta un 70% menos de gases contaminantes por barril que el promedio mundial
Según la Agencia Brasil, el petróleo cerró el 2024 como el principal producto de exportación de ese país, superando a la soja. Las ventas de crudo alcanzaron los US$ 44.800 millones, según datos divulgados por la Secretaría de Comercio Exterior del Ministerio de Desarrollo, Industria, Comercio y Servicios.
Considerando sólo el petróleo, la extracción en julio fue de casi 4 millones de barriles diarios, según datos de la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles (ANP).
El nuevo récord histórico de producción que acaba de alcanzar Brasil, miembro de la OPEP+, con Petrobras como empresa responsable de más del 80% de la producción total de petróleo y gas provenientes de la plataforma oceánica atlántica, coloca al país carioca en el 8° lugar en la lista de mayores productores de crudo del mundo, un ranking dominado por Estados Unidos, Rusia, Arabia Saudita, Canadá e Irán.
Brasil, potencia en energía verde y ahora petrolera, será sede de la COP 30, que se realizará en la ciudad de Belém, Pará, del 10 al 21 de noviembre de 2025. Esta conferencia será la 30ª edición de la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30). Sin dudas que el país podrá demostrar allí que, para lograr una transición energética accesible para todos, es necesario compatibilizar las nuevas fronteras de exploración petrolera con diversos proyectos de energía renovable y aprovechar también la rentabilidad financiera que generan los hidrocarburos para viabilizar más inversiones en nuevas fuentes de energías alternativas.
“Una década después del Acuerdo de París, faltan recursos para la transición (energética) justa planeada, esencial para la construcción de un nuevo ciclo de prosperidad”, dijo Lula en su discurso de apertura del último debate de la cumbre de líderes de los BRICS, dedicado al medioambiente.
Mantener este equilibrio entre actividad petrolera y protección del medio ambiente es el desafío político que tiene Lula por delante.