La piratería en ese corredor marítimo de alto valor estratégico, afecta no solo a las economías del Golfo sino también al tránsito marítimo internacional, mercantes y pesqueros, que transportan el petróleo y gas de Angola, Nigeria y Guinea Ecuatorial, así como valiosos minerales extraído de las profundidades de África. Como lo afirma la Declaración de Mindelo de ZPCAS para erradicar de raíz estos flagelos hay que elevar el nivel de vida de la población, garantizar el pleno empleo y promover el desarrollo sostenible en la región.
Por Jorge Poblette
La piratería, tal como muchos la evocan, que remite a historias idealizadas de aventuras y romances en mares remotos y paradisíacos está muy lejos de la realidad que representan los piratas modernos, que integran organizaciones criminales, que abordan buques para robar su carga o secuestrar tripulaciones para cobrar recompensas.
El Golfo de Guinea, una región vasta y diversa que se extiende por 6.000 kilómetros de costa Atlántica, ha sido blanco constante de este tipo de delitos el que se ha convertido en una amenaza para la seguridad marítima, afectando incluso el desarrollo económico de toda esa región. La zona costera que rodea el Golfo de Guinea abarca diez países, a los que hay que sumar aquellos que limitan al sur como Angola y la República del Congo y al norte, todos los Estados costeros que se escalonan hasta llegar a Senegal.
La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR) de 1982, define a la piratería como “un acto ilegal de violencia, detención o depredación cometidos con un propósito personal por la tripulación o pasajeros de un buque privado, dirigidos contra un buque en alta mar o contra personas o bienes a bordo de ellos”. Es fundamental distinguir la piratería que tiene una motivación personal, de carácter económico y persigue fines políticos o ideológicos del denominado terrorismo marítimo, que son delitos con fines políticos. Estos últimos cuentan con un marco legal específico, el Convenio para la Represión de Actos Ilícitos Contra la Seguridad de la Navegación Marítima o Convenio (SUA).
La Organización Marítima Internacional, organismo especializado de las Naciones Unidas encargado de velar por la seguridad marítima marca algunos hitos en la lucha contra este tipo de crimen trasnacional a nivel global que resulta ilustrativo conocer. Informa que a finales de la década de 1990 y principios de la década de 2000, la atención se centró en el Mar de China Meridional y los Estrechos de Malaca y Singapur. Más recientemente, desde 2005, la OMI se ha enfocado en la piratería frente a las costas de Somalia, en el Golfo de Adén y en el Océano Índico en general, y actualmente está implementando una estrategia para mejorar la seguridad marítima en África Occidental y Central, en consonancia con los acuerdos de seguridad marítima de la región.
Según el último informe anual que publica la OMI, “En 2024 se notificaron a la Organización 146 incidentes de piratería y robo a mano armada contra buques, ya sea como consecuencia de su ocurrencia o intento de cometerse. En 2023, se notificaron 150 incidentes, mientras que en 2022 la cifra fue de 131. Esto, por lo tanto, representa una disminución de aproximadamente el 2,7 % a nivel mundial en comparación con el año anterior.”
En cuanto a su distribución, según el registro que lleva la OMI fue la siguiente: Estrecho de Malaca y Singapur (91 incidentes), el Océano Índico (19 incidentes), África Occidental (17 incidentes), el Mar de China Meridional (10 incidentes), el Mar Arábigo (7 incidentes), seguidos de Sudamérica (Caribe) (1 incidente) y Sudamérica (Atlántico) (1 incidente).
Sin embargo, el número de incidentes reportados en el Golfo de Guinea disminuyó en 5 casos en 2024, en comparación con 22 incidentes ocurridos en 2023. Esto representa una disminución de aproximadamente el 23 %. El número de incidentes relacionados con tripulantes secuestrados/tomados de rehenes es de 5, el mismo que en 2023, con un total de 42 tripulantes secuestrados/tomados de rehenes, frente a los 68 reportados en 2023. Aproximadamente el 29 % de los incidentes ocurrieron en aguas internacionales y el 71 % en mares interiores.
Un órgano fundamental, del cual forma parte argentina, y que aborda estratégicamente los asuntos de cooperación, desarrollo económico, la paz y la seguridad entre los países de América del Sur y África Occidental, ribereños del Atlántico es el foro de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZPCAS), creado en 1986 por resolución de la ONU. La ZPCAS está compuesta por 24 países de ambas regiones, incluyendo a Argentina, Brasil y Uruguay, por el lado sudamericano, y a algunos de los países con economías más dinámicas como Sudáfrica, Nigeria, Angola, Ghana y Senegal.
En la Declaración de Mindelo, adoptada en la VIII Reunión Ministerial de ZPCAS, en el año 2023 se subraya puntualmente la necesidad de “trabajar juntos para abordar los desafíos comunes que enfrenta la región, incluidos el crimen organizado transnacional, las amenazas híbridas, la piratería, el narcotráfico, el terrorismo, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR), la biopiratería y los delitos ambientales, entre otros”.

También el Plan de Acción de Mindelo reconoce la necesidad de la cooperación en materia de seguridad marítima instando a la prevención y represión de la piratería, el robo a mano armada contra buques y las actividades marítimas ilegales, así como la protección de las infraestructuras críticas relacionadas con la explotación y producción de petróleo y gas en alta mar, así como de la fibra óptica transatlántica y los cables submarinos en África Occidental y Central.
El Código de Conducta y la Arquitectura de Yaundé
Estos informes revelan que, si bien persiste la amenaza, las estrategias de cooperación regional e internacional de lucha contra la piratería están dando sus frutos, en particular por la aplicación del llamado Código de Conducta de Yaundé un instrumento que mejoró la coordinación política y operativa de los países que enfrentan este tipo de delitos en el Golfo de Guinea.
Un antecedente a tener en consideración, además de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), fue la adopción por parte del Consejo de Seguridad de la ONU de la resolución 2634 sobre la piratería y el robo a mano armada en el Golfo de Guinea, dictada en mayo del 2022, al considerar estos delitos como una amenaza para la estabilidad y la paz en esa región del África Occidental. En la mencionada resolución se insta a los Estados miembros del Consejo a que cooperen, según corresponda, en las cuestiones de piratería y robo a mano armada en el Golfo, en particular en lo que respecta a la toma de rehenes y enjuiciamiento de los presuntos piratas.
Sin embargo, tal como lo reconoce el propio Consejo de Seguridad, el principal protagonista de la lucha contra estas actividades criminales en el Golfo es la Comunidad Económica de los Estados de África Central (CEEAC), quien está liderando en el terreno la lucha contra las organizaciones delictivas acompañada por la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) y la Comisión del Golfo de Guinea (CGG). Son estas organizaciones quienes llevan adelante el llamado Código de Conducta de Yaundé, una estrategia fundamental destinada a eliminar los ataques violentos contra embarcaciones comerciales en esas costas. Este instrumento fue resultado de una reunión de los países del Golfo en Yaundé (Camerún) en el año 2013. La Cumbre de Yaundé promovió la creación de instituciones, normas y procedimiento que dieron lugar a la Arquitectura de Yaundé, una estructura que refleja no solo el compromiso político y operativo de estos países contra la piratería en aguas del Golfo de Guinea, sino que puede mostrar resultados demostrando el potencial que tiene la cooperación regional.

La Declaración de Mindelo de ZPCAS también reconoce los esfuerzos realizados en el marco de la Arquitectura de Yaundé llamando a sus Estados Miembros “a prevenir y eliminar la piratería, en particular en los Estados ribereños del Golfo de Guinea”
Otra organización que apoya estas acciones es la Iniciativa de Presencias Marítimas Coordinadas de la Unión Europea (PMC) que apunta a proteger los intereses europeos en la región del Golfo de Guinea. Según el Servicio Diplomático de la Unión Europea, las PMC están orientados a apoyar los esfuerzos de los Estados costeros y las organizaciones de la arquitectura interregional de Yaundé para la Seguridad Marítima, destinados a abordar los desafíos de seguridad, la piratería armada y los secuestros extorsivos. Con ese fin despliega buques para realizar patrullaje de vigilancia marina, realiza ejercicios navales y brindar apoyo y capacitación a los países ribereños. Por estos días, y en el marco de estos despliegues, el portal Zona Militar informa de la presencia, en el Golfo de Guinea y Costa Occidental de África, del Buque de Acción Marítima(BAM) Rayo (P-42), perteneciente a la Armada Española.
El Foro de Colaboración Marítima del Golfo de Guinea es otro actor importante en este ámbito de cooperación. De este espacio participan las armadas de países de la región, incluyendo Angola, Camerún, Ghana, Gabón, Guinea Ecuatorial, Nigeria, la República del Congo, la República Democrática del Congo, y Santo Tomé y Príncipe.
Estados Unidos también contribuye con estas iniciativas. Lo hace a través del Mando de África de los Estados Unidos (AFRICOM). Su participación no se centra en el despliegue buques de guerra en la región sino en que se hace parte en ejercicios militares, apoya la arquitectura de Yaundé y brinda capacitación y entrenamiento a las Armadas y Fuerzas de Seguridad marítima entregando equipos de vigilancia, buques patrulleros y tecnología de vigilancia.
Completan este cuadro la creciente presencia de las Armadas de Brasil, India, Estados miembros de la Unión Europea, China y Rusia, que han reforzado, en el Golfo, los mecanismos de disuasión y control.
Causas subyacentes y respuestas conjuntas
La piratería en el Golfo de Guinea ha disminuidos gracias a una combinación de factores que se fueron sumando a una estrategia destinada a fortalecer el Código de Conducta de Yaundé. Pero las causas que generan el problema aún subsisten y es urgente atacarlos. El primero y más relevantes de estos factores es de naturaleza socioeconómica. Tal como lo advierte la Declaración de Mindelo de la ZPCAS es necesario elevar el nivel de vida de la población, garantizar el pleno empleo y promover el desarrollo sostenible de la región.
En los últimos años se ha reducido el apoyo económico internacional de países como Estados Unidos, Francia y el Reino Unido. La decisión de quitar recursos económicos a este problema podría recrudecer la inseguridad marítima, afectando no solo a los países de Golfo de Guinea sino a los propios países desarrollados, cuyas empresas multinacionales son las usuarias habituales de este estratégico corredor comercial por donde circula petróleo y gas, pesca, minerales, turismo y otros recursos naturales. Sin embargo, y sin minimizar los esfuerzos que realizan países y potencias extra regionales, hay que volver a las posiciones adoptadas por el foro de la ZPCAS que destaca el potencial existente en el plano de la cooperación regional para enfrentar y erradicar la piratería. Si la expectativa, como lo estipula la Declaración de Mindelo, es poner fin en forma rápida e incondicional al colonialismo en todas sus formas y manifestaciones se debe evitar, entre otros aspectos, cualquier intento de securitización de este problema. Abordar la cuestión de la piratería como un problema militar y de seguridad nacional de los países ribereños, una tentación siempre presente en las políticas de las potencias occidentales, solo ayudaría a profundizar el problema.
Más cooperación regional e internacional, mayores presupuestos, cohesionar las estrategias conjuntas, armonizar las legislaciones nacionales son los ejes de una política para proteger una de las regiones marítimas de mayor importancia estratégica a nivel global como lo es el Golfo de Guinea.