El autor analiza las políticas e instituciones antárticas implementadas por la Argentina y destaca las fortalezas de su programa antártico. Su planteo acerca de los escenarios y desafíos que se presentan en un mundo de crecientes tensiones invita a valorar la apuesta estratégica por el eje bicontinental argentino ciudad de Ushuaia – base Petrel como la “Puerta de Entrada a la Antártida”.

Por Omar Ruiz

Argentina y su política antártica

Desde 1904, Argentina definió y desarrolló una política de Estado respecto de la Antártida, con un importante margen de autonomía geopolítica, propia de un país de tamaño medio. 

A partir de la década del 50 y hasta el presente, nuestro país logró un reconocimiento por sus actividades antárticas científicas y cooperación, lo que nos permite contar con un buen posicionamiento para futuras situaciones de disputa y negociación.

Actualmente existen 104 bases o estaciones antárticas, de las cuales 48 se encuentran dentro sector antártico reclamado por Argentina, a su vez nuestro país tiene 13 bases, siendo el Estado con más presencia en el continente antártico, contando, además, con más de 50 refugios. Argentina ha estado de manera permanente por casi más de 50 años hasta que se instalaron las primeras bases de otros países.

Política de Estado e instituciones

Es el presidente Juan Domingo Perón, a partir de la década del 40 del siglo pasado, quien dota a nuestro país de una política de Estado para la Antártida, impulsando las campañas antárticas, la compra del rompehielos “Irízar”, la creación del Instituto Antártico Argentino, consolidando la presencia nacional en la “Pampa Blanca”, y teniendo como principal impulsor al General Hernán Pujato quien promovió la construcción de las primeras bases en la Antártida.

Publicación de 1952 realizada por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto durante la presidencia de Juan D. Perón

En 1969, se creó la Dirección Nacional del Antártico, de la cual dependía el Instituto Antártico Argentino, ambos en la órbita del Ministerio de Defensa.

En los años 90, el decreto N.º 2316, estableció los objetivos de la “Política Nacional Antártica”, tales como, afianzar los derechos de soberanía en la región, fortalecer el Tratado Antártico, lograr mayor influencia en el mismo, promover la cooperación con los países de Latinoamérica, proteger el medio ambiente antártico, conservar los recursos pesqueros y minerales y priorizar la investigación científica y tecnológica. 

Argentina logró ser sede de la Secretaría Permanente para el Tratado Antártico a partir del año 2001 y en la ciudad de Buenos Aires pese a la oposición británica.

Otro capítulo importante lo constituye la relación bilateral argentino-chilena, con el despliegue de la patrulla naval combinada antártica, el comité ad hoc Sistema del Tratado Antártico y la comisión parlamentaria conjunta.

Un importante cambio organizacional está representado por el decreto N.° 207/2003, en virtud del cual la Dirección Nacional del Antártico y el Instituto Antártico Argentino pasan de la órbita del Ministerio de Defensa a la del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto.

Plan Antártico Argentino

El Plan Anual Antártico argentino comprende un conjunto de actividades científico-técnicas, que en los últimos años comprende a más de 50 proyectos de investigación ejecutados por distintas Instituciones, tales como, el Instituto Antártico Argentino (IAA): Servicio Meteorológico Nacional (SMN), el Servicio de Hidrografía Naval (SHN), la Administración de Parques Nacionales (APN), el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI); el Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR), el Instituto Nacional del Agua (INA), el Instituto Geográfico Nacional (IGN), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).

Argentina puso en funcionamiento en la ciudad de Ushuaia el Primer Centro Interinstitucional en Temas Antárticos, para consolidar a esa ciudad junto a la Base Petrel como las puertas de entrada a la Antártida, ante las intenciones de disputar esta referencia tanto de Chile con Punta Arenas como del Reino Unido con Puerto Argentino ocupado ilegalmente.

El Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR) se ocupa de la seguridad e interoperatividad del despliegue antártico, aportando para la logística de las 13 bases. Estas tienen entre otras metas el cumplimiento del proyecto “Basura 0”, es por ello que los residuos deben ser enviados a Ushuaia y CABA según lo dispuesto por el Protocolo de Madrid y la legislación argentina.

Nuestro país está construyendo un laboratorio y una estación terrena en la base Belgrano II, como también proyectando el ingreso del rompehielos “Irizar” a la base Matienzo y una doble entrada a la base San Martín tanto en noviembre como en marzo para tener una ventana de investigación más amplia.

Asimismo se trabaja en el proyecto de apertura de todas las bases temporarias, la colocación de antenas de la CONAE, el derrotero por los mares de Weddel y Bellinghausen, el mantenimiento de dos unidades de soporte, aviso ARA Estrecho de San Carlos y transporte ARA Canal Beagle, la creación de 3 nuevos laboratorios en bases San Martin, Esperanza y Orcadas, 2 nuevos refugios multidisciplinarios: uno de ellos en isla Cerro Nevado para monitoreo de pingüinos, colonia más septentrional de la Antártida y los estudios de vulcanología en isla Decepción.

Entre 2022 y 2023 el gobierno argentino construyó e instaló nuevos laboratorios antárticos y refugios en distintas bases científicas

Algunas bases cuentan con un “Aula digital” para la formación y capacitación, la generación de energía fotovoltaica, cirugías y operaciones mediante telemedicina y un proyecto de hidroponía para frutillas.

Es de destacar la interconexión satelital de las distintas bases entre sí y con el continente a través de ARSAT y el aporte de YPF en la creación de un combustible especial para la Antártida denominado “GOA”.

Estas acciones dotan de contenido a la política antártica, nos permiten reafirmar nuestros derechos soberanos, y estar mejor posicionados para las actuales y futuras discusiones geopolíticas.

Es fundamental la coordinación de los ministerios de Relaciones Exteriores, Defensa y Ciencia, Tecnología e Innovación para optimizar el desarrollo del Plan Anual Antártico en sintonía con el Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR).

Nuestro país debe mirar hacia el Atlántico Sur, Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur, espacios marítimos correspondientes y Antártida, desde sus sistemas político, diplomático, educativo, defensa y científico, para fortalecer el concepto de la Argentina bicontinental y bioceánica.

En la última nota abordaré los desafíos para Argentina y si la sociedad internacional, con sus Estados y organizaciones, será capaz de darle una nueva oportunidad de cooperación y paz al sexto continente.

Escenarios y desafíos

Como argentinos el futuro de la Antártida nos interpela, nos llama, siendo los primeros en el continente antártico, y asumiendo este papel de pioneros, debemos actuar con anticipación estratégica, y para ello desarrollar nuevas capacidades nacionales, apuntalando el importante rol que tienen las Fuerzas Armadas Argentinas en nuestro sector antártico y participando activamente en la consolidación y mejora del sistema antártico con un conjunto de objetivos y acciones tales como:

1-        Sostener la política antártica

2-        Aumentar la presencia científica y logística

3-        Atlántico sur occidental como espacio natural de proyección de Argentina

4-        Sostener la no militarización y no nuclearización de la Antártida

5-        Regular y controlar la actividad turística

6-        Densificar la navegación aérea y marítima

7-        Eje Petrel – Tierra del Fuego como puerta de entrada a la Antártida

8-        Polo logístico antártico

9-       Fortalecer las capacidades del comando conjunto antártico (COCOANTAR)

10-   Coordinar con Chile la protección de áreas marítimas protegidas comunes

11-   Involucrar y coordinar con países de Suramérica políticas para la Antártida

12-    Promover una base conjunta con Brasil y Perú

13-    Promover una quinta expedición al polo sur

14-    Establecer una nueva base más cerca al polo sur

15-    Registrar las patentes del proyecto genoma blanco

Para alcanzar estos desafíos, Argentina cuenta entre su equipamiento con el rompehielos ARA Almirante Irízar, aviones Hércules C 130, Snowcat (vehículo con orugas, diseñado para moverse sobre la nieve) en la base Marambio y presencia de más de trescientos científicos en promedio en los últimos años.

Foto DNA-IAA

Necesitamos contar con más infraestructura, medios aéreos, gestión ambiental, ampliación de la pista de la base Marambio, más recursos para operaciones de búsqueda y salvataje (SAR), sumar otro buque polar, una dotación de al menos seis aviones Hércules C130 y crear la “Comisión Nacional del Antártico”. 

La apuesta estratégica ya iniciada y a continuar en los próximos años, es que nuestro sector bicontinental con el eje ciudad de Ushuaia – base Petrel sea la “Puerta de Entrada a la Antártida”.

En el caso de Petrel, esta base que se incendió en 1977, y desde 2021 cuenta con el desarrollo de varios proyectos, como la construcción de un aeropuerto con dos pistas y un puerto multimodal. La reapertura de Petrel es un hito histórico ya que invierte el número de bases argentinas, con siete permanentes y seis temporarias. Petrel permitirá ofrecer sostén logístico, combustible, mantenimiento, servicios y alimentos a las distintas embarcaciones turísticas y científicas que se adentren en el continente antártico. Argentina, además, cuenta con la ciudad de Rio Grande, su puerto y logística.

Estas acciones y otras que surjan en futuro, nos permitirán llegar bien posicionados para las discusiones que se abrirán en 2048.

Argentina debe pensar y actuar como bicontinental, bioceánica, marítima y antártica en todas las dimensiones de sus políticas públicas.

¿Una nueva oportunidad para la Antártida?

El continente blanco tiene en el Sistema del Tratado Antártico (STA) una fortaleza que a lo largo del tiempo le permitió superar distintos desafíos que se le fueron presentando.

Ha sido el TA lo que permitió que esta parte del mundo, el continente blanco, estuviera protegida de eventuales enfrentamientos en los momentos más críticos de la guerra fría e impidió la realización de pruebas nucleares.

El Tratado antártico firmado en 1959 y ratificado en 1961 postergó por 30 años una nueva discusión sobre el futuro de la Antártida, y en los años 90, esta no se concretó.

Con posterioridad, la reunión de Madrid y el Protocolo ambiental aprobado en esa ciudad en 1991, que comenzó a regir en 1998, puso un freno a las intenciones de algunos países de reglamentar la exploración y explotación de recursos naturales en esta zona del planeta.

En el sistema del Tratado Antártico las decisiones se adoptan por unanimidad y tanto la cooperación como la investigación científica, los fines pacíficos, la protección ambiental y la posibilidad de inspecciones abiertas a todos los miembros, constituyen los principales motores de un funcionamiento previsible y equilibrado.

Se imponen entonces las siguientes preguntas:

¿en el futuro se podrán volver a disuadir las disputas geopolíticas?;

¿los reclamos de soberanía de los 7 (Argentina, Australia, Chile, Francia, Noruega, Nueva Zelandia y Reino Unido), se postergarán nuevamente?;

¿EE.UU., la Federación de Rusia y otros miembros firmantes originarios como Japón, Sudáfrica y Bélgica no mencionaron sus pretensiones, seguirán así?; ¿qué pasará con China?;

Las decisiones las toman los miembros consultivos, ¿Qué papel jugarán los miembros no consultivos?

¿será una discusión de poder blando o aparecerá la disuasión del poder duro -militar/económico?

¿soberanía o internacionalización?, ¿una Antártida a cargo de la ONU o patrimonio de la humanidad?;

¿Cuál será el rol de los actores estatales y no estatales -ongs y empresas- en la gobernabilidad y gobernanza de la Antártida?

Existen otros interrogantes, ¿las investigaciones y estudios sobre la existencia de recursos naturales a quien pertenecen, serán compartidos?; ¿con que vocación llegarán los miembros consultivos al año 2048 cuando se renueve la discusión sobre la explotación de los recursos naturales?

La transición energética está en marcha, pero no sabemos cuánto tiempo le demandará a la humanidad lograr una fuente de energía inagotable y limpia que desaliente una posible explotación en la Antártida.

El sistema antártico se sobrepuso a las instancias históricas mencionadas, ¿lo seguirá logrando?

Todas estas preguntas nos ponen a reflexionar para construir respuestas que tengan en cuenta la paz, la seguridad internacional, la soberanía y la protección de los recursos naturales entre otros valores, para que la humanidad tenga futuro.

Guillermo Carmona
Guillermo Carmona
Omar Ruiz
Abogado. Magister en Relaciones Internacionales. Diplomado en Defensa. Docente Derecho Internacional Público. Ex Legislador Provincial. Miembro del Foro Argentino de Política Exterior.

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