El historial de hechos que demuestran el interés de los Estados Unidos por el área austral argentina, el Atlántico Sur y la Antártida ha sumado un nuevo capítulo con la realización de un ejercicio militar en Ushuaia en el que participaron miembros del Cuerpo de Marines. El gobierno de Milei invita de manera cada vez más desembozada a la intervención estadounidense y Trump aprovecha el convite.

Por Guillermo Carmona

La presencia de tropas estadounidenses en Tierra del Fuego pasó desapercibida en los grandes medios de comunicación argentinos y suramericanos. Ocurrió en el marco de un ejercicio militar en el que participaron el Cuerpo de Marines de Estados Unidos y la Brigada de Infantería de Marina Austral de la Armada Argentina. El hecho se conoció por un posteo realizado el 24 de agosto pasado en la cuenta de la red X de US Marine Corps Forces, South. Según esa publicación, el ejercicio se habría realizado el día 12 de agosto en Ushuaia.

La noticia no fue publicada en las redes sociales de la Armada Argentina y recién el 1 de setiembre el Ministerio de Defensa argentino dio a conocer, a través de su cuenta en la red social X, que se trató de un “intercambio de expertos para perfeccionar capacidades y compartir métodos de operación en el exigente terreno austral”. Solo la Gaceta Marinera, portal oficial de noticias de la Armada Argentina, había informado sobre el acontecimiento el 27 de agosto, tres días después del posteo estadounidense.

Minimizado por las autoridades de defensa argentinas como un “intercambio de expertos”, este ejercicio militar no contaba con el aval parlamentario que la legislación nacional exige para el ingreso de tropas extranjeras. En las escuetas comunicaciones oficiales no hubo lugar para explicaciones sobre cuál de las excepciones previstas por la ley 25.880 de ingreso y egreso de tropas –por cierto, altamente restrictivas- justificaba el ingreso de los militares estadounidenses sin autorización del Congreso.

Desde el comienzo de su presidencia, Milei ha intentado quedar exento de ese tipo de exigencias y las ha eludido en distintas ocasiones. En este caso, el gobierno tampoco ha dado explicaciones ni información pública sobre cuántos efectivos extranjeros participaron, la fecha de su ingreso y egreso al país, y las circunstancias de su permanencia en territorio argentino.

Para dimensionar la relevancia de este ejercicio resulta central el análisis del contexto de la actual relación bilateral y de la situación regional e internacional. El giro producido en la política exterior con la llegada de Milei a la presidencia, la competencia estratégica entre Estados Unidos y China –que se expresa principalmente en la preocupación estadounidense por lo que consideran una alta penetración china en la región- y el creciente despliegue intervencionista de Estados Unidos que caracteriza a la segunda presidencia de Trump son algunos de los elementos más importantes a considerar en el análisis.

Desde el comienzo del gobierno libertario, Tierra del Fuego, el Atlántico Sur y la Antártida han ocupado un lugar muy destacado en la agenda argentino-estadounidense. En su primer año de gestión, coincidente con el último año de la administración Biden, Milei dio pasos para concretar una política de alineamiento automático e incondicional con la potencia del norte. Tal subordinación se ha expresado en la política exterior, de defensa y seguridad, y en los campos económico y financiero.

La presencia de altos funcionarios y autoridades del Comando Sur se ha intensificado desde entonces. Si bien durante la presidencia de Alberto Fernández las visitas de los Jefes del Comando Sur –primero, el almirante Craig Faller y luego de su reemplazante, la generala Laura Richardson- incluyeron actividades en Buenos Aires y visitas a Ushuaia, con Milei adquirieron un tenor acorde al giro categórico que le imprimió a la relación.

La visita de Richardson, en abril de 2024, reflejó el grado de subordinación al que está dispuesto el presidente argentino. Aun cuando la generala había aterrizado en Buenos Aires, Milei hizo un largo viaje aéreo a Ushuaia para darle la bienvenida en el lugar de la Argentina que mayor interés ha concitado para el Comando Sur. Desplegando una gestualidad desmesurada e inapropiada en términos diplomáticos, Milei comprometió ante la generala y el Embajador Stanley la participación estadounidense en el proyecto de base naval de Ushuaia, cuya ampliación tenía como objetivo original la mejora de las condiciones para las operaciones del programa antártico argentino. Milei afirmó en su discurso que la “Base Naval Integrada convertirá a nuestros países en la puerta de entrada al continente blanco”. De esta forma, el propio presidente dejó abierta la posibilidad de que una base, originalmente concebida como íntegramente argentina, involucrara como parte y beneficiario a Estados Unidos.

Aunque desde ambos gobiernos intentaron minimizar los alcances del anuncio de Milei, el tema ha cobrado cada vez mayor importancia en la agenda binacional. Con el regreso de Donald Trump a la presidencia, las posiciones de los funcionarios y militares estadounidenses adquirieron un tenor más categórico en la exigencia de respuesta de la región a la supuesta amenaza de China y un marcado intervencionismo beligerante en América Latina y Caribe. Trump retomó así la impronta de su primer mandato que había quedado plasmada en las expresiones de reivindicación de la doctrina Monroe por el entonces Secretario de Estado Rex Tillerson, en febrero de 2018.

Las expresiones y decisiones del nuevo Jefe del Comando Sur, Alvin Holsey, tienen la impronta recargada del intervencionismo trumpiano. En lo que va del 2025, Holsey ha estado dos veces en la Argentina. En abril, fue recibido por Milei en la Casa Rosada antes de realizar el ya clásico viaje de los jefes del Comando Sur a Ushuaia. La incursión más reciente en el país la hizo a mediados de agosto, pocos días después del ejercicio de los marines en Tierra del Fuego, para mantener reuniones con autoridades del Ministerio de Defensa y actuar como anfitrión en Buenos Aires de la Conferencia Sudamericana de Defensa (SOUTHDEC) junto al Jefe del Estado Mayor Conjunto, brigadier general Xavier Isaac.

Los ejes geopolíticos y militares planteados por Holsey mostraron continuidad con los de su antecesora, aunque su formulación exhibió los niveles de explicitación y virulencia característicos del trumpismo. Los ejes son:

1. La intensificación de la cooperación en seguridad y defensa regional que comprende la colaboración contra el crimen trasnacional –con énfasis en la lucha contra el tráfico de estupefacientes-, la vigilancia marítima con foco en el Atlántico Sur y la promoción de programas de capacitación y entrenamiento para las FF.AA. argentinas)

2. La contención de la influencia china en la región, alertando que “El Partido Comunista de China continúa su incursión metódica en la región, buscando exportar su modelo autoritario, extraer recursos y establecer infraestructura de doble uso, desde puertos hasta el espacio”.

3. El señalamiento de la importancia geopolítica de la Argentina por su riqueza en recursos naturales y el liderazgo regional que Estados Unidos atribuye a la gestión libertaria.

Estados Unidos, invitado a intervenir

Al cubrir la Conferencia de Defensa Sudamericana, CNN en español destacó que “En la apertura del foro, el ministro de Defensa de Argentina, Luis Petri, reafirmó el alineamiento de su país con Estados Unidos” y que “Petri subrayó la importancia del Atlántico Sur al señalar que ‘el mar es la arteria sobre la cual circula la economía global’, y enfatizó que la libertad de navegación y la conciencia del dominio marítimo son intereses compartidos. Además, advirtió que la pesca ilegal no declarada ni reglamentada ‘erosiona ecosistemas, ingresos y soberanías’ y remarcó la necesidad de trabajar en la seguridad del Atlántico Sur”.

Esas declaraciones de Petri implican una abierta invitación a la intervención de Estados Unidos y de sus aliados de la OTAN en un área que los países de la región, suramericanos y africanos, han buscado preservar como zona de paz y cooperación, libre de presencia de armas nucleares y de destrucción masiva, y de presencias coloniales, como la que representa la ocupación ilegal de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur por el Reino Unido.

En la última cumbre ministerial de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZOPACAS), realizada de Cabo Verde en abril de 2023, los países de la región expresaron en la Declaración de Mindelo la aspiración “a que el Atlántico Sur sea una región reconocida como ejemplo de paz y diálogo entre las naciones, creyendo que debe ser preservado de tensiones políticas extrarregionales y expresando nuestro objetivo común de resolver las amenazas a la paz y la seguridad internacionales dentro de la región” y el objetivo de “consolidar el Atlántico Sur como zona libre de armas nucleares y de destrucción masiva, y el compromiso de sus Estados miembros con la promoción de la paz y la seguridad, la democracia, el desarrollo sostenible, la prosperidad económica, la inclusión social, la integración cultural y la solidaridad”.

El curso de acción que lleva adelante la administración libertaria va en sentido diametralmente opuesto a la posición expresada por los 24 Estados ribereños del Atlántico Sur en la cumbre de Mindelo. La presentación de la carta de intención que inició el proceso de incorporación de la Argentina a la OTAN, en abril de 2024, implica propiciar la intervención de potencias extrarregionales en el Atlántico Sur en abierto desafío a la posición compartida por los países suratlánticos. Al mismo tiempo, esa iniciativa contiene la contradicción intrínseca de formar parte de una organización militar que tiene como socio de primer orden a la potencia que ocupa militar e ilegalmente las Islas Malvinas: el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

La intervención estadounidense que el gobierno argentino habilita está enmarcada en el contexto más amplio del intervencionismo que Trump despliega en la región. Es importante tener en cuenta que la injerencia estadounidense no solo se manifiesta en las tradicionales presiones políticas, los condicionamientos económicos financieros a través de organismos internacionales, las maniobras desestabilizadoras, los golpes blandos o la amenaza militar o de uso de la fuerza. También existe la “intervención por invitación” que caracteriza al actual gobierno argentino. Se trata de un concepto que Arlene Tickner (1) utilizó para caracterizar la política exterior colombiana en el marco de la implementación del Plan Colombia.

Tickner, destacada internacionalista y diplomática colombiana, analiza cómo la subordinación o sumisión intencional y explícita ante las reglas del hegemón constituye un patrón de conducta que algunos Estados han adoptado en sus relaciones con actores más fuertes. Rescata el concepto de “imperio por invitación” desarrollado por Geir Lundestad para el caso europeo, consistente en la aceptación de la supremacía militar, política y económica estadounidense y la convocatoria a que ese país tuviera una fuerte presencia en la zona, a cambio de la preservación de la autonomía europea y la participación de sus Estados en los procesos de toma de decisiones. Sin embargo, señala la autora que “a diferencia del esquema de ‘imperio por invitación’ planteado por Lundestad (1986), que buscaba garantizar la recuperación europea y fortalecer su autonomía por medio de la presencia estadounidense, la ‘intervención por invitación’ que ejemplifica el caso de Colombia en el período analizado combinó la aceptación de la primacía política, económica y militar de Estados Unidos –un rasgo histórico de la política exterior de Colombia-, la convocatoria a que el país del norte tuviera una fuerte presencia en Colombia, y la enajenación de la autonomía del estado y de su control sobre los procesos de toma de decisiones respecto de la lucha antidrogas y antiterrorista”.

Si bien la realidad colombiana –marcada por un proceso de internacionalización del conflicto interno y por los desafíos de la guerrilla y el narcotráfico a fines de los 90 y comienzos de los 2000- dista mucho de la que experimenta la Argentina de Milei, el uso del concepto de “intervención por invitación” para el caso argentino se justifica por la radicalidad del alineamiento del gobierno de Milei, de manera similar a lo ocurrido en Colombia durante los gobiernos de Pastrana y Uribe, a punto tal que se considere la injerencia política, militar y económica de EE.UU. como positiva y digna de ser promovida. Además, esta posición va acompañada con el intento del gobierno libertario de asumir el rol de vocero de los intereses estadounidenses en la región, situación que, como ocurrió con Colombia, tiene el potencial de producir impactos críticos en la relación con los países vecinos. Parafraseando a Tickner (2), se puede afirmar que la intervención estadounidense en el contexto argentino cuenta con la subordinación voluntaria y activa del gobierno de Milei y la incorporación plena de su misma lógica de securitización y de confrontación con las amenazas china, rusa que Estados Unidos ha consagrado como prioritarias.

La invitación del gobierno de Milei a la intervención estadounidense se va materializando en abordajes que implican la adopción como propias de las prioridades de seguridad nacional de Estados Unidos, en la creciente securitización de la crisis y protesta social, del consumo y comercialización de estupefacientes, de la problemática indígena, etc., y en decisiones favorables a la injerencia externa como son el acuerdo para participación del Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense en la Vía Navegable Troncal, en la habilitación de la intervención de las FF.AA. en tareas de seguridad interna bajo el paradigma de la seguridad nacional, en la reactivación del acuerdo con la Guardia Nacional de Georgia celebrado en la gestión de Macri, en la capacitación y entrenamiento de más de 3.200 agentes y funcionarios argentinos en la guerra contra las drogas sintéticas y en el convite de Petri al Comando Sur a involucrarse en tareas de control marítimo en el Atlántico Sur.

En ese contexto crítico, la presencia de marines en un ejercicio militar en un área estratégica del territorio argentino no debe ser relativizada, sobre todo en momentos en que se manifiesta con nuevo vigor el apetito expansionista estadounidense y en los que el gobierno de Milei exhibe un grado inédito de predisposición para la entrega de soberanía.  

  • Tickner, A. 2007. “Intervención por invitación. Claves de la política exterior colombiana y de sus debilidades principales”. Colombia Internacional. 65. Enero-junio, pp. 90-111.
  • Tickner, A.B. (2004), “La securitización de la crisis colombiana: bases conceptuales y tendencias generales”, Colombia Internacional, No. 60, pp. 12-35. Disponible online: https://revistas.uniandes.edu.co/doi/abs/10.7440/colombiaint60.2004.01
Guillermo Carmona
Guillermo Carmona
2 thoughts on “La presencia de marines en Ushuaia y la política de intervención por invitación”
  1. Excelente análisis. La soberanía está en jaque. Es muy importante este aporte para conocimiento de la ciudadanía y exposición de estos nefastos que gobiernan hoy.

    1. Muchas gracias Roberto por el comentario! Como decís, la soberanía está en jaque y lo está en todos lo planos de la vida pública, entre otros en la destrucción del sistema ferroviario del que sos un comprometido defensor. Abrazo amigo!

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