La industria espacial argentina está a un paso de poner en órbita un satélite que brindará información vital sobre el ecosistema marino y el cambio climático, pero también ejercerá una capacidad efectiva de vigilancia sobre la pesca ilegal proyectando poder sobre las Islas Malvinas, la Antártida y el litoral Atlántico argentino.
Por Jorge Poblette
El satélite SABIA-Mar que construye INVAP S.E. desde el año 2018 acaba de dar un paso trascendental: la integración del receptor GPS AGR-T. Este instrumento es una pieza crítica para la navegación, control y localización precisa del satélite en órbita y ha sido fabricado íntegramente en el país. Este es la primera vez que un receptor de posicionamiento global tiene el sello de origen nacional y es incorporado a un satélite de observación argentino. Este salto cualitativo para la industria aeroespacial argentina fue desarrollado íntegramente por el grupo de la Sistemas Electrónicos de Navegación y Telecomunicaciones (SENyT) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata.
SABIA-Mar es el Satélite de Aplicaciones Basadas en la Información Ambiental del Mar, concebido dentro del Plan Nacional Espacial de la CONAE como una misión de Observación de la Tierra con aplicaciones prioritarias en el estudio del mar y costas, siendo una fuente de datos importante para estudios del color del mar a nivel regional y un aporte significativo a nivel internacional.
Origen y desarrollo del Proyecto SABIA MAR
El proyecto SABIA-Mar se originó en el año 1998 como un proyecto clave de la integración regional. Fue suscripto entre la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) de Argentina y la Agencia Espacial Brasileña (AEB). El ambicioso acuerdo buscaba desarrollar la primera constelación satelital binacional en Latinoamérica formada por dos satélites idénticos (SABIA-Mar 1 y 2), dedicados principalmente a la observación del Atlántico Sur y sus costas. El objetivo principal era el estudio detallado de la biosfera marina, desde los ciclos del carbono hasta la productividad pesquera en el Atlántico Sur, dotando a ambos países de soberanía en la gestión de sus extensos recursos marítimos.
Sin embargo, por razones presupuestarias Brasil paralizó el SABIA-Mar 2. Argentina siguió adelante con el proyecto con la CONAE, actuando como la autoridad espacial y gestora del proyecto e INVAP S.E. responsable de la plataforma satelital y de la integración del sistema. Ambos organismos son estatales y su articulación refuerza la capacidad de Argentina para el desarrollo de misiones de alta complejidad. Entre el 2013 y 2015 se avanzó en el concepto y diseño preliminar. La Revisión Crítica de Diseño del Segmento de Vuelo, un momento clave de este desarrollo, fue aprobado a principios del 2018 y con ello se autorizaba a iniciar la fabricación del satélite.

El proyecto SABIA-Mar (Satélite de Aplicaciones Basadas en la Información Ambiental del Mar) experimentó un avance significativo y se estableció como una prioridad durante el gobierno de Alberto Fernández, especialmente en su fase de construcción y preparación para el lanzamiento. Durante este período, encuadrado dentro de políticas de soberanía y desarrollo tecnológico, se alcanzaron objetivos fundamentales en las instalaciones de INVAP en San Carlos de Bariloche, como fue el ensayo de despliegue de los paneles solares en 2021 y la Revisión Crítica de Diseño de la Misión (MCDR), otro paso crucial que consolidó el diseño para el modelo de vuelo, en abril de 2023. Sin embargo, bajo la administración de Javier Milei la situación presupuestaria de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) ha sufrido una grave reducción al grado de ser considerada “catastrófica” por trabajadores y trabajadoras del organismo. Según la Asociación de Trabajadores del Estado se habría ejecutado un recorte real del 65% en el presupuesto desde 2023, con una reducción del 59% desde el inicio de la gestión y se ha reducido entre el 15% y el 20% de los trabajadores de la planta, ocasionando una pérdida de recursos humanos altamente calificados.
Las distintas funciones de SABIA MAR
El objetivo científico de SABIA Mar es proveer información y herramientas para el estudio detallado de la productividad primaria del mar y realizar aportes para la comprensión del impacto del cambio climático en los ecosistemas marinos. Por ello se abocará el estudio de los ecosistemas marinos, el ciclo del carbono, la dinámica de las aguas costeras, el manejo de recursos pesqueros y la calidad del agua en costas y estuarios. En esencia, el satélite está diseñado para estudiar el color del mar, que es un indicador directo de la salud biológica y la composición física de las aguas. La página oficial de INVAP informa también que SABIA-Mar permitirá, además:
• Apoyar aplicaciones terrestres: vegetación, uso de la tierra, aguas continentales, zonas inundadas.
• Contribuir a los sectores productivos y de toma de decisiones relacionados al manejo de recursos pesqueros, acuicultura y turismo, así como a la vigilancia del mar.
• Aportar a la continuidad de series temporales de variables climáticas esenciales para estudios de largo plazo relacionados al cambio climático global.

Información para ejercer soberanía
La construcción de este satélite fue diseñado y construido en su totalidad por instituciones públicas y empresas del sistema científico y técnico nacional, como INVAP, VENG, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la Universidad de La Plata (UNLP), IMER y Ascentio, entre otros.
La tecnología se denomina Teledetección del Color del Océano, con instrumentos ópticos que miden la radiación reflejada por el agua y a partir de su análisis se obtiene la información destinada a cumplir con los objetivos de la misión. Este satélite operará en una órbita ubicada a 702 kilómetros de altitud, y su campo de visión abarcará hasta 650 kilómetros a cada lado del rastro (trayectoria del satélite). Esta elección orbital es fundamental para permitir el control y el monitoreo del Mar Argentino, la Zona Económica Exclusiva (ZEE), la Antártida, y las áreas marinas sensibles circundantes a las Islas Malvinas.
El satélite se comunica con las estaciones terrenas que la CONAE posee Centro Espacial Teófilo Tabanera, en Falda del Carmen, Córdoba y la ubicada en las cercanías de la localidad de Tolhuin, en la provincia de Tierra del Fuego. Esta información permite identificar y predecir los patrones de conducta de los cardúmenes ya que estos se concentran en lugares de mayor producción de fitoplancton y, en definitiva, es donde se ubican los principales caladeros. Esta información es indispensable para la gestión sostenible de las pesquerías nacionales, optimizando la captura sin agotar el recurso, y constituye una herramienta esencial para combatir la sobrepesca y proteger los recursos biológicos en áreas sensibles, como la Zona Económica Exclusiva (ZEE) y las áreas circundantes a las Islas Malvinas.
El satélite SABIA-Mar será sin dudas una herramienta clave para el control soberano del mar argentino. Su tecnología permite el control de la pesca ilegal gracias a una cámara de alta sensibilidad diseñada para la detección de luces nocturnas. Esta capacidad es una prioridad crucial para resguardar los recursos biológicos en el Atlántico Sur.
Otro aporte fundamental es la provisión de información vital para la salud del ecosistema marino. Sus datos permitirán analizar la calidad del agua en estuarios y zonas costeras, y facilitarán el seguimiento en tiempo real de grandes fenómenos oceanográficos y meteorológicos que impactan en el clima y la navegación. La misión espacial argentina también tiene un impacto directo en la proyección hacia la Antártida. SABIA MAR proporcionará tecnología espacial de apoyo a la navegación, que es crucial durante las Campañas Antárticas
En una etapa histórica donde la información es uno de los activos más sensibles de las naciones, SABIA Mar es un paso hacia la reducción de la asimetría de información que históricamente ha existido entre Argentina y el Reino Unido y sus aliados. Depender de la adquisición de datos de terceros satélites comporta riesgos y costos y, potencialmente, manipulación o restricción de acceso en momentos críticos.
El proyecto SABIA Mar trasciende su categorización de misión científica. Se puede avizorar como un activo estratégico de doble uso tanto científico como de seguridad. Su desarrollo y puesta en órbita fortalece la soberanía científica a través de la nacionalización de componentes críticos como el AGR-T, y proyecta una capacidad efectiva de vigilancia sobre el Atlántico Sur y la Antártida y la ZEE argentina. Se trata de asumir que el control autónomo de la información espacial es un activo que permite ejercer y proyectar poder en una región de alta sensibilidad económica, ambiental y geopolítica.

