Foto: El presidente Perón despide la Primera Expedición Científica Antártica, 1951
Los mapas cumplen un papel fundamental para informar, orientar, gestionar, educar, delimitar, probar y tomar decisiones trascendentes en cualquier sociedad. Esta cartografía se vuelve aún más importante si se trata de apuntalar los derechos soberanos de las naciones sobre territorios en disputa. Pero también los mapas se construyen a través de procesos históricos como es el caso del Mapa Bicontinental elaborado durante la primera presidencia de Juan D. Perón.
Por Jorge Poblette
La Ley 26.651 sancionada en el año 2010 estableció la obligatoriedad de utilizar en todos los niveles y modalidades del sistema educativo y su exhibición pública en todos los organismos nacionales y provinciales, el mapa bicontinental de la República Argentina. Esta medida se fundamenta en el hecho que los mapas elaborados por el Instituto Geográfico Nacional muestran a la Antártida Argentina en su real proporción con relación al sector continental e insular como también la Isla Grande de Tierra del Fuego, revelando sus verdaderos límites
Esta cartografía resulta imprescindible para conocer y comprender la República Argentina en su plenitud territorial. No obstante, es ilustrativo recuperar algunos antecedentes históricos de este Mapa Bicontinental de gobiernos que cimentaron la soberanía nacional, como así también señalar la displicencia con que la cartografía oficial fue repetidamente ignorada por algunas administraciones, “borrando” del mapa las Islas Malvinas. Hay que tener presente que todo mapa trasciende la mera geografía y proyecta un pensamiento geopolítico siendo además parte sustancial de la identidad de una comunidad. Entre estos antecedentes que disputaron soberanía y eurocentrismo con el Reino Unido a través de un Mapa Bicontinental, se debe citar con especial atención la etapa 1946-1955.

En algún sentido los mapas siempre han suscitado entre los seres humanos una extraña y poderosa fascinación. En ellos subyace una concepción del universo; una imagen y también una forma de entender el mundo, sus componentes y relaciones de poder. Si bien es sólo un dato curioso que muestra los alcances de estas representaciones cartográficas, hasta el mismo Infierno y Paraíso tuvieron su lugar en los atlas y portulanos medievales, cuando los hombres estaban más interesados en la salvación de su alma que en descubrir las formas y los secretos de la geografía que los albergaba.
Por ello hay que señalar que, a las complejas funciones religiosas, artísticas, educativas y culturales que desempeñan, desde la época de Claudio Ptolomeo los mapas vienen cumpliendo un papel fundamental para informar, orientar, gestionar, educar, delimitar, probar y tomar decisiones trascendentes en cualquier sociedad.
Los nuevos enfoques científicos están demostrando además que la forma en que los mapas se diseñan y se exhiben, afectan la comprensión y el significado que las personas tienen de los mismos. En consecuencia, un mapa es mucho más que la simple representación/ilustración de una información de un determinado espacio o lugar. Estas piezas están estrechamente relacionadas al aprendizaje del espacio, a la percepción y al conocimiento. De allí la importancia que tiene para una sociedad el correcto diseño, ubicación y denominación de las imágenes cartográficas.
El papel de la cartografía en el Alegato Ruda
Estos atributos que tienen los mapas cobran particular importancia en el derecho internacional ya que los mismos sirven frecuentemente para respaldar las pruebas que esgrime un estado que reclama un territorio que considera propio. Tal es el valor de los mapas que, en la defensa territorial por Islas Malvinas que realizó el embajador José María Ruda en su histórico alegato ante el Comité Especial de Descolonización de la ONU en 1964, esgrimió con eximia persuasión una amplia cartografía para demostrar la ilegitimidad de la ocupación británica desde 1833. Fue a raíz de esta proeza diplomática que las recomendaciones de ese comité fueron recogidas en el texto que adoptó la Asamblea General de las Naciones Unidas como su Resolución 2065/65, que ordenó a las partes iniciar una negociación bilateral para alcanzar una solución pacífica a la disputa de soberanía. Obtener esta resolución fue sin dudas un magnífico logro político argentino alcanzao durante la presidencia de Arturo Illia.
En su alegato, y a los solos fines de ilustrar esta perspectiva, el ex embajador Ruda dice que “en los mapas y planisferios españoles de comienzos del siglo XVI figuran ya las Islas. El primer mapa es de Pedro Reinel (1522-23). Luego se destacan los trabajos de Diego Rivero, cartógrafo principal de Carlos V, que insertó las islas en los mapas llamados Castiglione (1526-27) Salviati (1526-27), Rivero (1527) y dos planisferios de 1529. Luego se suceden el mapa del Yslario de Santa Cruz de 1541, el planisferio de Sebastián Gaboto de 1544, el mapa de Diego Gutiérrez de 1561 y el de Bartolomé Olives de 1562, entre otros.” Como es evidente, una extensa lista cartográfica es citada en esta escaramuza diplomática, lo que pone de relieve la importancia de los mapas en esta disputa contra el imperio británico.
La cartografía del peronismo como dispositivo de poder y unidad nacional.
Un mapa no es, por otra parte, un instrumento estático. Se va modelando en un proceso dinámico que va recogiendo los aportes de sucesivas generaciones que a lo largo del tiempo van incorporando ideas, actualizaciones, adaptaciones y usos diversos. Los Estados nacionales surgidos en el Siglo XIX, como Argentina, fueron depositarios de un orden colonial impuesto por las potencias europeas a partir del siglo XV que colocaba a los pueblos del hoy Sur Global en una posición de sometimiento, de inferioridad racial y pérdida de identidad cultural en relación a las metrópolis. Ariel Hartlich sostiene que, con la llegada del peronismo al poder, esta naciente fuerza política, se encontró con un patrón de distribución del poder y del conocimiento imbuido del orden colonial, capitalista y eurocéntrico, con los Estados Unidos y el Reino Unido como el núcleo del orden global y quienes definían las reglas dentro de las cuales se desarrollaba el sistema internacional. (1)

Contra ese orden colonial imperialista, el peronismo desarrolló entre los argentinos un nuevo imaginario territorial. Por un lado, consolidó la disputa de soberanía con el Reino Unido en el espacio austral con una serie de medidas destinadas a reafirmar los derechos soberanos argentinos sobre las Islas Malvinas, territorios del Atlántico Sur y el Sector Antártico y por otro, buscó reorientar la mirada eurocéntrica hacia el propio territorio nacional con una potente campaña de divulgación que involucró amplios sectores de la educación y la cultura. Hartlich señala que “Así la silueta de la Argentina se transformó a la luz del intenso proceso de industrialización (…) incentivándose a la población a superar la mirada acotada a la llanura pastoril como exclusiva protagonista del desarrollo económico”. Como lo definiría Mario Rapoport, de factoría agrícola-ganadera, condicionada a ser productora de bienes primarios, a un proceso de sustitución de importaciones desarrollando áreas estratégicas como la industria, la minería, la energía y el transporte, entre otros.
Estos cambios estratégicos fueron acompañados de una profunda revisión cartográfica. El Decreto 14.708 del año 1946, en un claro gesto de proyectar poder sobre el Atlántico Sur, estableció que: “Articulo 1. Declárese perteneciente a la soberanía de la Nación el mar epicontinental y el zócalo continental.” De esta manera argentina se adjudicaba soberanía sobre la plataforma continental. Hoy, como continuidad de aquel primer y trascendente paso, la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (COPLA), en un trabajo excepcional logró que Argentina ostente una de las plataformas continentales más extensas del mundo. Son más de 1.782.000 km2 de plataforma continental argentina más allá de las 200 millas marinas, a los que se suman los aproximadamente 4.799.000 km2 comprendidos entre las líneas de base y las 200 millas marinas.

Pero es el Decreto N.° 8.944/1946 firmado por el presidente Juan D. Perón la norma que sienta las bases del Mapa Bicontinental cuya evolución, como política de estado, quedó plasmada en la ley 26.651/2010. En su primer artículo el Decreto dice textualmente: “Prohíbase la publicación de mapas de la República Argentina que no representen en toda su extensión la parte continental e insular del territorio de la Nación; que no incluyan el sector antártico sobre el que el país mantiene soberanía; que adolezcan en deficiencias o inexactitudes geográficas, o que falseen en cualquier forma la realidad, cualquiera fueren los fines perseguidos con tales publicaciones.” Aquí aparece con nitidez el objetivo de consolidar el reclamo argentino sobre la Antártida Argentina, las Islas Malvinas y las Islas del Atlántico Sur, presentándolos como parte integral del territorio nacional en la cartografía oficial. A pesar del duro contraataque del Imperio Británico ante la avanzada argentina en la Antártida, los primeros gobiernos peronistas mantuvieron firme su política de proyección austral. Este compromiso se materializó con acciones decisivas, como la creación del Instituto Antártico Argentino por parte del General Hernán Pujato, la reorganización de la Comisión Nacional del Antártico y por la visibilidad que significó el rescate del Alférez Sobral, lo que robusteció el proceso histórico de reclamo de soberanía y con él, la actualización constante de los mapas que acompañaron este proceso.
Habiendo subrayado la importancia de estos instrumentos, es necesario preservar y administrar con responsabilidad política y profesionalismo técnico la cartografía que representa el territorio nacional. De allí el riesgo que significa el intento del gobierno de Javier Milei y de sus ministros Luis Petri y Federico Sturzenegger de querer fusionar el Instituto Geográfico Nacional con el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) organismo que se había creado para dedicarse a temas atmosféricos. La decisión atenta contra la soberanía nacional. Bajo la excusa de un recorte de gastos, el Gobierno degrada a un organismo con 147 años de historia y personal altamente especializado, cuyo presupuesto anual no supera el 0,01% del gasto nacional total.
La cartografía oficial elaborada por el Estado argentino, tal como se ha señalado, es crucial para el ejercicio de la soberanía. Por eso resultan profundamente preocupantes y sospechosos los reiterados “olvidos” y “errores” de organismos oficiales que atentan contra esta política. Estas fallas se manifiestan al alterar o borrar de los mapas los nombres de las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, así como los espacios marítimos correspondientes, o al usar anglicismos para referirse a las Islas Malvinas. Este tipo de conductas socavan la Constitución, que establece a estos territorios como parte inseparable de la República Argentina. De allí también la importancia de que el gobierno nacional cumpla con Ley Nacional N.° 27.671 que establece la capacitación obligatoria, periódica y permanente en la “Cuestión de las Islas Malvinas” para todas las personas que se desempeñen en la función pública nacional.
- Hartlich, Ariel (2019), La Comunidad imaginada por la comunidad organizada, Buenos Aires, Biblos.
- Rapoport, Mario (2003). Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2000), Buenos Aires, Macchi.

