El ex canciller argentino Rafael Bielsa, tomando como referencia la política internacional sostenida por la India, invita a reflexionar sobre el distinto impacto que tienen las decisiones erradas en la política internacional, a partir de lecturas históricas equivocadas, para las grandes potencias y para los países periféricos como la Argentina. Se trata de una reflexión ineludible en tiempos en los que el gobierno argentino se ata a la “ayuda” de los Estados Unidos.
Por Rafael Bielsa
La estabilidad ha sido siempre un activo geopolítico para los países. Dentro de parámetros como la previsibilidad, la continuidad, la cohesión y la vecindad cooperativa, incluso los cambios pueden ser percibidos como estables. Cuando una gran potencia se desestabiliza y arrastra a otros, los afectados suelen mostrar interés y paciencia; los países menores, en cambio, empalagan la atención internacional.
De ahí que, durante un tiempo, un enjambre de destinos se afane en descifrar qué decir sobre los aranceles aduaneros con los que Trump descuajeringa el mundo. Mientras tanto, sólo unos pocos se inquietan por la posibilidad de un default argentino.
En distintos foros de deliberación se habla del frenesí del mundo actual, plagado de decisiones irreflexivas, valores corroídos y ruido informativo que reemplaza al pensamiento estratégico. En ese carrusel vertiginoso, los países grandes alarman y saturan a los menores con su mentalidad satelital (dice Ricardo Aronskind en su nota publicada el 19/10 en El Cohete a la Luna). Es destino de pobres doler en voz baja.
India fue uno de los fundadores del Movimiento de Países No Alineados (búsqueda de una vía entre modelos hegemónicos), se convirtió oficialmente en el país más poblado del mundo (más de 1.428 millones de habitantes), y está entre las diez economías más grandes (por volumen de PIB). Según Rincón del Vago, también “Argentina fue una potencia mundial cuando abrazó las ideas de la libertad”. Ideas según las cuales el capital es “libre” de explotar de forma desenfrenada lo que elige; y los trabajadores son “libres” de intentar sobrevivir como puedan en un escenario donde las políticas gubernamentales protegen al mercado en los acuerdos comerciales, pero no lo castigan si fracasa. Gabriel Fernández recuerda que, en materia económica, cuando la estafa es enorme adopta un nombre decente.
Las relaciones históricas entre India y Estados Unidos transitaron desde la distancia estratégica durante la Guerra Fría, a la cooperación en defensa, tecnología y comercio. Con China, han oscilado entre la cooperación civilizatoria milenaria y la rivalidad estratégica moderna, marcadas por conflictos fronterizos, tensiones diplomáticas y esfuerzos de acercamiento. Con el Reino Unido, el legado colonial británico dejó profundas huellas en la política, la cultura y las instituciones, y dio lugar a una relación bilateral que combina cooperación estratégica con memorias de dominación. Siempre que el mundo gira, hay alguien que lo está narrando.
La estabilidad, la notoriedad, el planeta Tierra y los vínculos proponen algo útil: imaginar el escenario internacional como un triángulo de historia, con India en el centro y tres países clave en los extremos, Estados Unidos, China y el Reino Unido. India juega un papel de equilibrista estratégico, buscando maximizar beneficios sin quedar atrapada en alineamientos rígidos.
En la variedad argentina del castellano, el adjetivo “histórico” goza de excesivo prestigio. Es curioso, porque la historia es una maestra que el titular del Poder Ejecutivo “ni conoce, ni respeta” (Hernán Patiño Mayer). Por eso, la reputación corre un doble riesgo: embellecer episodios infames, y simplificar un pasado que no leen con profundidad. No es que el modificador directo sea malo; hay que usarlo bien.
Estados Unidos y el Reino Unido fundaron en 1946 el acuerdo “Cinco Ojos” (Five Eyes), junto con Canadá, Australia y Nueva Zelanda, para compartir inteligencia de señales (SIGINT, que se basa en emisiones electromagnéticas interceptadas, analizadas e interpretadas para obtener información estratégica o táctica). En el 2007 (reactivado en el 2017) se promovió el “QUAD” (Diálogo de Seguridad Cuadrilateral, Quadrilateral Security Dialogue), confraternidad enfocada en el Indo-Pacífico y conformada por Estados Unidos, Japón, India y Australia.
En 2021 se inauguró el “AUKUS”, integrado por Australia, el Reino Unido y Estados Unidos (A de Australia, UK de United Kingdom y US de United States), una alianza militar y tecnológica centrada en el Indo-Pacífico, incluyendo transferencia de tecnología para submarinos nucleares, inteligencia artificial, ciberseguridad y defensa. Dos cavilaciones de colofón: sobre los Estados Unidos, que siempre vuelve el que nunca se fue; sobre el Reino Unido, la frase que se atribuye a Twain: “La historia no se repite, pero rima”.
El Cinco Ojos es una tertulia donde todos los miembros tienen el inglés como idioma dominante, lo que facilita la coordinación técnica, operativa y documental. Al ser excolonias británicas o parte del Commonwealth, los vínculos culturales y jurídicos se espejan. Ha desarrollado redes de vigilancia y análisis conjunto, como el ECHELON (en francés, “escalón”, un sistema de interceptación de comunicaciones electrónicas). India, al ser miembro fundador del QUAD, tiene un papel activo y estratégico, orientado a contrarrestar la influencia china mediante cooperación en seguridad, infraestructura, tecnología y salud pública, que a diferencia del cónclave AUKUS, no incluye transferencia de tecnología nuclear ni pactos bélicos. Aunque mantiene una postura autónoma, evitando alianzas militares formales, participa activamente en ejercicios como el “Malabar”, una operación conjunta que reúne a las fuerzas marítimas de India, Estados Unidos, Japón y Australia.
En junio de 2025, India y el Reino Unido firmaron un nuevo capítulo (extenso) en sus relaciones bilaterales, mediante reducción de aranceles, apertura a servicios financieros y tecnológicos (de India al Reino Unido), y facilitación de la movilidad laboral (del Reino Unido a trabajadores indios). En julio, Trump ofreció al público la película “¿A que no sabes quién vino a cenar?”, con él como protagonista: un chubasco de aranceles y penalizaciones para reconfigurar el comercio de Estados Unidos con India.
La tierra de los maharajás, donde se conoce la pieza del refranero “es mejor una puteada a tiempo que una misa cantada”, reciprocó y previó el reinicio de los vuelos directos suspendidos desde hace unos años. IndiGo, Air China y China Eastern se pusieron en conversaciones para operar las rutas. India asistió activamente a la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), que se celebró entre el 31 de agosto y el 1 de septiembre de 2025, en la ciudad portuaria de Tianjin, China; fue la de mayor escala desde la fundación de la OCS.
En octubre de 2025, el Reino Unido declaró al régimen de China como un “riesgo sistémico” para su seguridad nacional, tras un escándalo de espionaje que involucró a ciudadanos británicos acusados de colaborar con agentes de inteligencia asiáticos. El jefe del MI5, Ken McCallum, afirmó que China representa una amenaza diaria para la seguridad. Para tal circunstancia, el Reino Unido tiene el AUKUS, interpretado por varios analistas como una “frontera marítima” simbólica que no se debía traspasar, especialmente en el contexto del Indo-Pacífico y el Mar Meridional, con tecnología nuclear, lo que permite patrullas más prolongadas en zonas sensibles. ¡Justo cuando India había dispuesto sus lentes bifocales diplomáticos hacia el este!
En este mundo efervescente, el triángulo de hierro —con India en el centro y tres países grandes en los extremos—, se transformó, en un puñado de semanas, en el triángulo de las Bermudas; no acontece solo allí. El mundo intrincado pero conocido del Cinco Ojos, el QUAD y el AUKUS, de la tertulia, la confraternidad y el cónclave, se estremeció. Pero son muchos los naipes en la manga de la geopolítica de India, donde oscilan engranajes de necesidad, modularidad y convicción, no en el mismo porcentaje ni para los mismos interlocutores. También están los BRICS y los mares, tensión y distinción.
El término BRICS fue acuñado por el economista Jim O’Neill, y es un grupo creado para promover un orden multipolar, fomentar el desarrollo económico, y aumentar la influencia global de sus miembros. Luiz Inácio Lula da Silva y el primer ministro de la India, Narendra Modi, se reunieron el martes 19 de noviembre de 2024 en el Museo de Arte Moderno (MAM) de Río de Janeiro, durante la Cumbre de Líderes del G20. Los mares sostienen rutas que mueven más del 85% del comercio global, donde el futuro del planeta se tramita en puertos, cables submarinos y acuerdos, en vez de trincheras y explosiones. Para la diplomacia india, romper es romperse, abandonar es ser abandonado, y marginar es marginarse.
Hay maneras de pensar los problemas que son sencillas, y por eso fáciles de entender. Por ejemplo: los países centrales pueden “ayudar” a los periféricos. La aplicación de esa fórmula involucra a uno y al otro. En ella, el país central piensa corto, y por lo tanto rápido; puede acertar, pero si se equivoca no hay consecuencias. El periférico debería pensar largo, porque si yerra las consecuencias son terribles. Es fastidioso para el central equivocarse; si se equivoca el periférico, es devastador. Así son la desesperación y la dependencia.

 
                    